La Estanciera en el día de la Madre.
En el año 2016, durante un Día de la Madre, emprendimos la búsqueda de lo que se convertiría en nuestro hogar rodante durante casi seis años. Partimos temprano rumbo a Gualeguay en nuestro vehículo, con Fede al volante y yo preparando el mate mientras Brisa y Fran dormían en sus sillas traseras. Según el GPS, el viaje tomaría unas 3.30 horas.
Al llegar a la ciudad, nos pusimos en contacto con Guillermo, quien se estaba retrasando. Mientras esperábamos, dimos algunas vueltas por la ciudad, disfrutando de una plaza con los niños. Finalmente, cuando coordinamos y llegamos a su casa, ella estaba en la puerta, imponente como si la hubieran recién lavado y pulido. La Estanciera, vehiculo de fabricación Argentina. Con su llamativo color vino tinto y vidrios polarizados, nos cautivó, parecía que incluso nos guiñaba un ojo.
La examinamos minuciosamente, dimos una vuelta por la ciudad y la decisión estaba tomada, ella nos eligió a nosotros. Completamos toda la documentación necesaria y partimos de regreso a nuestra ciudad natal, Santa Fe. Yo conducía nuestro automóvil y Fran me acompañaba, ibamos delante como si estuviera marcando su camino, mientras Fede tenía el honor de conducirla por primera vez, con Brisa como compañera.
Después de algunos kilómetros, hicimos una parada para comprobar cómo se comportaba y me dijo: «Parece que estoy navegando, vamos más despacio». El regreso se demoró bastante, ya que llegamos de noche y nos dirigimos directamente a presentarla en sociedad, coincidiendo con la celebración del Día de la Madre. ¿Qué mejor regalo podríamos haber elegido?
